La convivencia con la tensión o estrés
LA CONVIVENCIA CON LA TENSIÓN O ESTRÉS
En una situación de supervivencia son muchas las causas que pueden producir estrés, sobre todo el miedo a lo desconocido, que, si no es controlado, puede desencadenar una serie de mecanismos que lleven al individuo y al grupo a su autodestrucción. El exceso de tensión atonta y se relaciona con el pánico, la angustia y la psicosis colectiva. La tensión influye en el rendimiento, la moral y la capacidad del trabajo.
En la vida en comunidad el hombre se carga de una serie de afectos sometidos a una escala de valores. Desde una situación de supervivencia, el único afecto, el único objetivo, es la preservación de la vida. En cuanto éste cede, el fin está próximo.
Ante el problema de la tensión, el primer paso debe ser la reflexión.
Se podría pensar que el ideal sería la eliminación total de la tensión, pero esto traería consigo la pasividad ante el peligro, así como una disminución de la capacidad de aprendizaje.
La experiencia demuestra que sin llegar al estrés, la inquietud crea defensas ante el peligro. Eliminarla por completo significa renunciar a una importante fuerza impulsora en el mecanismo de la vida. Algo de tensión, ese hormigueo que padecen algunas personas, ese nerviosismo del paracaidista antes del salto, resulta indispensable cuando se trata de demostrar de lo que uno es capaz.
Lo importante es aprender a convivir con la tensión de manera que nos estimule, pero no nos destruya.
El hombre ha de emplear la razón para obligarse a prestar atención, pero no asustarse, por un acontecimiento peligroso o amenazador. Es necesario pensar, para evitar el estrés, que todo problema tiene una solución y que el conocimiento, la conciencia de ese peligro o amenaza, es el primer paso para su solución.
El crear un "espíritu de equipo" absorberá parte de estas tensiones internas, cohesión que se obtendrá fundamentalmente fomentando el compañerismo.