Peligros de la Montaña

PELIGROS DE LA MONTAÑA

En toda época la montaña presenta una serie de dificultades que son capaces de producir accidentes, sobre todo si los desconocemos y no tomamos medidas para evitar los peligros que producen.

Los podemos clasificar en:

  • Subjetivos, o producidos por el propio individuo.
  • Objetivos, o propios de la montaña.
Peligros subjetivos:
  • Falta de experiencia.
  • Falta de técnica.
  • Falta de entrenamiento, fatiga o deficiente alimentación.
  • Incapacidad física y moral.
  • Falta de atención. La distracción es imprudencia capital en montaña.
  • Falta de disciplina.
  • Mala elección de itinerario y horario.
  • Falta de estudio de las condiciones de la zona.
  • Mala elección de material y equipo.
  • La temeridad, fruto de la vanidad, falta de razón o entendimiento o de la incompetencia.
Peligros objetivos:
  • Aludes. Son el principal peligro de la montaña invernal. Su caída guarda estrella relación con la climatología. Tienen lugar en zonas de terreno de gran inclinación (a partir de los 25º), desprovistas de accidentes que los contengan (árboles, grandes piedras, cambios de nivel, etc.), y cuando la climatología sufre variaciones bruscas.
         Los aludes, generalmente, ocurren en el mismo lugar. Pequeños árboles caídos, ramas rotas, bolas de nieve, etc., son un indicador de un área de avalancha. Si la nieve cruje y el crujido persiste o aumenta, el peligro de alud es inminente.
         Frente a este peligro pueden adoptarse una serie de medidas tales como: evitar las zonas peligrosas (pendientes muy pronunciadas o dominadas por cornisas); utilizar las aristas y crestas rocosas. En caso de tener que cruzar zonas peligrosas, hacerlo a la mayor altura posible, para estar cerca de la zona de ruptura y a las horas en que la temperatura sea más baja.
         Si se avanza en grupo, hacerlo de forma que sólo haya un individuo en la zona de peligro. Cruzar rápido y silenciosamente, soltando esquís, así como las dragoneras de los bastones.
         Si se es sorprendido por un alud:
         - Intentar huir mediante una fuerte diagonal descendente.
         - Desprenderse de la mochila.
         Si el alud nos envuelve:
         - Intentar mantenerse en la superficie, mediante movimientos similares a la natación.
         - Mantener cerrada la boca, protegiendo la cara con manos y brazos.
         - Si es posible, agruparse.
         cuando el alud se detiene y hemos quedado enterrados:
         - Averiguar nuestra posición relativa respecto al suelo.
         - Intentar abrir un espacio delante de la cara.
         - Tratar de mover brazos y piernas y si es posible, intentar salir.
  • Caída de piedras. Se producen más frecuentemente en época estival, aunque no se pueden descartar en la invernal. Cualquier pendiente escarpada o rocosa puede convertirse en el centro de un alud de piedras. En zonas de alta montaña, donde nieve y roca están mezcladas, es en la hora en que el sol cae sobre las paredes rocosas cuando es  más serio el peligro, ya que el sol funde el hielo que las sujetaba produciendo su caída.
         Para sustraerse a este peligro es preciso:
         - Franquear las zonas peligrosas antes de salir el sol.
         - Pegarse a la base de las paredes para cruzar una zona cortada.
         - Atravesar la zona de avalancha hombre a hombre.
  • Puente de nieve. Es la unión entre dos bordes de una grieta del glaciar; son menos peligrosos en invierno que en verano, debido a la mayor cantidad de nieve y a la mayor intensidad del frío, lo que aumenta su consistencia. Cuando se va en grupo es conveniente encordarse para franquearlo.
  • Las cornisas. Son un abarquillamiento de la nieve producido por el viento y en el mismo sentido que éste; en invierno es cuando son más peligrosas, debido a que la nieve no está asentada; la masa que de este modo, se sostiene en falso, puede romperse por su propio peso o por el paso de una persona.
  • Las grietas. Son debidas al movimiento de la masa del glaciar al adaptarse al terreno; la forma de pasarlas es por salto, si no son muy anchas, o bien por puentes de nieve, comprobando previamente su solidez; también se puede descender a la grieta para cruzarla cuando ésta no es muy profunda.
         La rimaya es la grieta terminal abierta entra la roca y el hielo como consecuencia de la fusión que provoca el relativo calor de la roca.
    Ofrece las mismas dificultades que las grietas.
  • Frío y viento. La acción combinada de ambos provoca una pérdida de calor en el cuerpo humano mayor de lo normal, lo que puede ocasionar congelaciones, disminución de la circulación sanguínea y de la capacidad de resistencia.
  • Ventiscas. Resultado de la acción combinada del viento y la nieve. Impide la visibilidad y desorienta, enfriando intensamente el organismo y golpeando con fuerza las partes descubiertas, llegando a producir un completo aturdimiento.
  • Tormentas (véase el capitulo Las Tormentas)
  • Rayos, producidos durante una tormenta (véase el capítulo Rayo, relámpago y trueno)
  • Nieblas (véase el capítulo La niebla)
  • El Sol y el calor (véase el capítulo Afecciones debidas al sol y al calor)
  • Lluvia, granizo y escarcha. Más que un peligro hay que considerarlos una incomodidad, aunque una lluvia violenta puede convertir a los barrancos en verdaderos torrentes que arrastran cuanto encuentran a su paso, y el granizo, cuando es grueso, puede resultar peligroso por los golpes.

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